lunes, 12 de enero de 2015

El Nombre de la Rosa (Jean- Jaques Annaud, 1986): Elemental, mi querido Adso.

Hay cosas que envejecen bien y otras que envejecen lisa y llanamente mal. Por ejemplo, la moda envejece horriblemente, y no hay forma de esconder que alguna vez te hiciste "esa chasquilla" y te pusiste "esos pantalones". Hay música que envejece pésimamente, también. De hecho, hay música que envejece de manera tan horrible, que esperamos desaparezca luego 

Elemental
Sin embargo, hay cosas que a medida que pasa el tiempo, se vuelven más hermosas y reposadas. Y luego de ver El Nombre de la Rosa, película basada en la novela de Umberto Eco, siento que podemos usarla como ejemplo de esto último. 

¿De que se trata la historia?. Verá: William de Baskerville, monje franciscano interpretado por el súper maduro Sean Connery, llega a una abadía italiana a participar de un debate teológico con los enviados papales, en compañía de su novicio Adso de Melk, interpretado a su vez por un súper jovencísimo Christian Slater. El debate pierde relevancia en el relato, porque en la abadía están pasando cosas misteriosas: crímenes, suicidios, apariciones fantasmales, y William, que no por nada tiene ese nombre tan Sherlockesco, resulta ser un muy talentoso detective que desentraña todo lo que está pasando en el lugar. Esto lo lleva a comenzar una cruzada personal para poder liberar el conocimiento de la abadía, encerrado celosamente en una biblioteca-laberinto, al tiempo que lucha contra el Inquisidor que viene a cazar lo que considera "manifestaciones de brujería", negándose a la razón y cayendo en el oscurantismo. ¿Le parece mucho? Claro, pero nadie más que Sean Connery podría ser capaz de convertir a un monje erudito en un héroe de acción. 

Sorprendido
La película está llena de símbolos que se remiten a lo escrito por Umberto Eco, y que sin embargo, no dependen de la novela para explicarse. Por eso, se puede decir que por una vez, el libro no es mejor que la película. Y no es mejor ni peor, porque son distintas. Los tiempos para contar la historia son similares, pero ambas obras funcionan por separado sin que una entorpezca a la otra. 

Lo anterior no es solo mérito del director. También tenemos actuaciones de super lujo de cada uno de los protagonistas, no sólo de Sean Connery, a quien le entrego mi corazón y le creo todo siempre, sino a todo el reparto, actuando como si no le costara, con una capa de maquillaje magistral que hace que se vean como retratos del siglo catorce. Adso de Melk está permanente sorprendido por las cosas que ve, y de alguna forma, la película está hecha para que nosotros, los espectadores, nos sintamos de la misma forma. Funciona, por supuesto, porque Adso es quien relata la historia y por lo mismo, la forma de contar la película nos permite ver las cosas desde la cabeza del novicio. 

Me vuelve el alma al cuerpo, entonces, Me vuelve la fe. La fe en que hay cine emocionante e increíble de ver, que a la vez puede apelar a la belleza en la pantalla. Ahora me queda claro que, no por nada, El Nombre de la Rosa es un clásico. 

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho tu reseña. Da gusto reseñar algo que te gusta mucho. Se nota el cariño que le tienes a la peli.
    Yo tuve problemas con Sean Connery en este papel. No podía despegar a Bond de mi cabeza. Desde lola que he soñado encontrarme con Bond en la barra de un bar y que invite un dry martini " agitado no revuelto" Con Bond Connery obvio. Los otros no valen

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    1. Jajajajajajaja..."agitado, no revuelto". Lo voy a añadir a mi lista de frases cool. Gracias por el comentario!

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