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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Misión Rescate: ¿Que más nos puedes ofrecer, Planeta Marte? (The Martian, Ridley Scott, 2015)




Esta semana, Marte nos tuvo en vilo. El día lunes recién pasado, la NASA anunció que tras años de investigación, había sido encontrada agua salada fluida en la superficie del planeta, y todos saltamos de alegría, porque claro, si hay agua, se nos hacen las cosas un poco más fáciles. Llevamos tiempo pensando en la colonización del planeta rojo y su imagen nos persigue como la sombra estelar que es.

Lástima que esta información haya llegado tarde para Andy Weir, escritor de "The Martian", novela publicada en 2011, en cuya historia se basa la más reciente entrega de Ridley Scott "Misión Rescate", película que nos cuenta las peripecias y dolores de Mark Watney (Matt Damon), biólogo y astronauta que por un error, es abandonado en las extensas planicies de un anaranjado y árido Marte. Sin comunicación, con escasas reservas de comida, y sin el conocimiento actualizado de la existencia de agua, el astronauta usa su capacidad e ingenio "agringado" para ir resolviendo cada situación que se le va presentando. Mientras, en la Tierra, un equipo comandado por el Director de la NASA, interpretado por Bill Pullman, al enterarse del abandono, comienza a visualizar la misión de rescate. Por otro lado, de manera adicional, el equipo que abandonó involuntariamente a Watney y que se encuentra viajando a la Tierra de vuelta, deberá tomar decisiones.  




Hasta ahí todo bien, porque la premisa está dada y la historia es clara y precisa, sin estridencias y con conceptos conocidos por todos: misión espacial gringa/ astronauta/soldado enfrentado a peligros/ gobierno preocupado/resolución ingeniosa, pero la película se queda en la forma y se olvida del fondo. Contamos con declaraciones varias - Dile a mis padres que estoy acá por algo que me trasciende - que se quedan en eso, declaraciones, sin que logremos entender la gravedad ni la seriedad de lo que está pasando. No tenemos pistas acerca de los procesos personales, ni lo que está pasando por la cabeza de cada uno. Este moderno náufrago no tiene nada que ver con el magistral Naúfrago de Zemeckis, en que el proceso de crecimiento de un personaje completamente solo nos conmovía hasta el punto de llorar por una pelota de voleibol. Acá, toda la emoción se reduce a una reunión de naciones con Starman de David Bowie de fondo. Y para que vamos a andar con cosas, Bowie nos emociona sólo por ser él. 




Pese a un elenco de calidad que incluye entre otros a Jessica Chastain, interpretando al que por lejos es el personaje más interesante de la película, la historia no logra conectar con el espectador. Datos dados a la rápida, superficiales, una relación amorosa que nace entre astronautas sin entender por qué (ni para qué), y la absoluta falta de crisis durante todo el filme, hacen que el asunto se vaya diluyendo hasta el punto en que no nos importe si Watney será rescatado o no. 

Mala cosa viniendo de una película que se trata de eso. 


martes, 3 de marzo de 2015

Whiplash (Damien Chazelle, 2014): La defensa del Profe Fletcher

De que se trata esto

A estas alturas, hablar de Whiplash, la gran ganadora de los Oscar recién pasados, puede ser reiterativo. Pero con el cortometraje de la película dando vueltas por la red, es inevitable querer seguir mirando la historia, que en excelentes actuaciones, nos dejó queriendo más. 

La historia ya se está haciendo conocida, pero revisemosla: el obsesivo profesor de música Terence Fletcher (JK Simmons) exprime hasta el infinito a un no-particularmente-brillante-pero-entusiasta estudiante de batería de jazz. El profesor es exigente y sus métodos son muy impopulares, pero nada de eso es capricho. La música suena en su cabeza y por lo mismo, sabe exactamente como tiene que sonar lo que él quiere que suene. Claramente, al estudiante las cosas se les van a hacer complejas, porque ¿cómo puede alguien en la cabeza de Fletcher y entender lo que quiere ?

Curiosamente, es el mismo personaje quien nos está dando la clave todo el tiempo.


Not my fucking tempo!!!

Las cosas son simples. Fletcher conoce al dedillo lo que quiere escuchar. Por eso, su indignación emerge cada vez que sus músicos no dan con el "tempo" que él está exigiendo. Y aquí viene el tema más conflictivo. ¿Es necesaria tanta violencia, Terence?

Fletcher en su salsa
Desde la perspectiva de Fletcher, es la única forma. El intérprete no tiene ninguna importancia para él (cambia de músico a cada rato y puede lanzarlos a duelo si es necesario). Lo único que importa es lo que está sonando, y por eso aquello de  "not quite my tempo" se está convirtiendo en frase de culto. Así mismo, Fletcher sabe que la perfección no es posible, pero también sabe que si se bajan los brazos, el proceso se estanca. No insiste para obtener la perfección; insiste para que no dejen de buscarla.

Fletcher no se distancia tanto de algunos amigos que han ido a ver a sus bandas favoritas y han salido decepcionadas porque "no suenan como antes". La diferencia, obviamente, es que ninguno de ellos ha terminado gritándole a la banda, y si lo han hecho, la banda no se ha dado cuenta. En este caso, los estudiantes si se dan cuenta y sienten que sufren más de lo necesario. ¿No se supone que la música es para pasarla bien?


Aplacar al Ego (así, con mayúsculas) 


A nadie le importa
Andrew Neiman (Miles Teller) es el joven estudiante que se pone la soga al cuello desde el momento en que declara "estar ahí por una razón". Lo que no sabe es que las razones por las cuales él cree estar ahí no son las correctas. Esto, porque extrañamente, cada vez que aparece un exceso de confianza en él, las cosas salen pésimo. Es en el rigor y en la desconfianza de sus habilidades en donde va a aparecer un nuevo Andrew, para entender que aquí, más que el reconocimiento y el levantamiento de su ego, lo que importa es la música, que veleidosamente, si él no es capaz de interpretarla, será ejecutada por alguien más.

Lo lamento, Andrew. A nadie le interesa que vayas a convertirte en el nuevo Buddy Rich.


Todos somos Terence Fletcher

Whiplash es una película brillante, que juega con nuestros sentimientos.Su montaje nos permite estar dentro de ella y vivir la tensión de los personajes. Sin embargo, donde creo realmente nos pega es en la historia, que nos lleva a ratos a identificamos con el profesor y su permanente exigencia; y en otros momentos con el alumno, buscando la perfección.

Con todo, en esta justa quien termina ganando es Fletcher. Independiente de que Andrew logre llegar donde quiere, es Fletcher quien finalmente podrá escuchar el sonido que busca. Y eso, para quienes gozamos y amamos la música, y que defenderemos a Terence Fletcher y su polémico método hasta el final, es más que suficiente.

lunes, 12 de enero de 2015

El Nombre de la Rosa (Jean- Jaques Annaud, 1986): Elemental, mi querido Adso.

Hay cosas que envejecen bien y otras que envejecen lisa y llanamente mal. Por ejemplo, la moda envejece horriblemente, y no hay forma de esconder que alguna vez te hiciste "esa chasquilla" y te pusiste "esos pantalones". Hay música que envejece pésimamente, también. De hecho, hay música que envejece de manera tan horrible, que esperamos desaparezca luego 

Elemental
Sin embargo, hay cosas que a medida que pasa el tiempo, se vuelven más hermosas y reposadas. Y luego de ver El Nombre de la Rosa, película basada en la novela de Umberto Eco, siento que podemos usarla como ejemplo de esto último. 

¿De que se trata la historia?. Verá: William de Baskerville, monje franciscano interpretado por el súper maduro Sean Connery, llega a una abadía italiana a participar de un debate teológico con los enviados papales, en compañía de su novicio Adso de Melk, interpretado a su vez por un súper jovencísimo Christian Slater. El debate pierde relevancia en el relato, porque en la abadía están pasando cosas misteriosas: crímenes, suicidios, apariciones fantasmales, y William, que no por nada tiene ese nombre tan Sherlockesco, resulta ser un muy talentoso detective que desentraña todo lo que está pasando en el lugar. Esto lo lleva a comenzar una cruzada personal para poder liberar el conocimiento de la abadía, encerrado celosamente en una biblioteca-laberinto, al tiempo que lucha contra el Inquisidor que viene a cazar lo que considera "manifestaciones de brujería", negándose a la razón y cayendo en el oscurantismo. ¿Le parece mucho? Claro, pero nadie más que Sean Connery podría ser capaz de convertir a un monje erudito en un héroe de acción. 

Sorprendido
La película está llena de símbolos que se remiten a lo escrito por Umberto Eco, y que sin embargo, no dependen de la novela para explicarse. Por eso, se puede decir que por una vez, el libro no es mejor que la película. Y no es mejor ni peor, porque son distintas. Los tiempos para contar la historia son similares, pero ambas obras funcionan por separado sin que una entorpezca a la otra. 

Lo anterior no es solo mérito del director. También tenemos actuaciones de super lujo de cada uno de los protagonistas, no sólo de Sean Connery, a quien le entrego mi corazón y le creo todo siempre, sino a todo el reparto, actuando como si no le costara, con una capa de maquillaje magistral que hace que se vean como retratos del siglo catorce. Adso de Melk está permanente sorprendido por las cosas que ve, y de alguna forma, la película está hecha para que nosotros, los espectadores, nos sintamos de la misma forma. Funciona, por supuesto, porque Adso es quien relata la historia y por lo mismo, la forma de contar la película nos permite ver las cosas desde la cabeza del novicio. 

Me vuelve el alma al cuerpo, entonces, Me vuelve la fe. La fe en que hay cine emocionante e increíble de ver, que a la vez puede apelar a la belleza en la pantalla. Ahora me queda claro que, no por nada, El Nombre de la Rosa es un clásico. 

martes, 23 de diciembre de 2014

I´m not There (Todd Haynes, 2007): Todos para uno

El meme dice lo siguiente: “Dicen que la música puede transportarte a otros lugares. Por ejemplo, en el restorán pusieron a Arjona y yo me trasladé a otro local”.

Independiente de que efectivamente una cosa así me haga trasladarme de local, incluso de planeta, si fuera posible, hay algo que si es cierto: a través de la música se puede llegar a lugares recónditos de uno mismo.Cuando una cosa así pasa, cuando el encuentro con uno mismo es así de importante, sólo queda agradecer a quien se le ocurrió poner eso en nuestro camino.

Me da la impresión de que Todd Haynes está en el mismo estado de conciencia alterada que yo. De otra forma no hubiese podido concebir una película como "I´m Not There", que intenta a través de seis historias, mostrarnos la vida y obra de Bob Dylan.
Perfecto

En caso de que ud no sepa quién es Bob Dylan, o de frentón no le haya interesado antes, le cuento que no sólo es un cantautor gringo. También es un personaje de fama mundial y probablemente uno de los más importantes músicos del siglo XX. Dicho esto, no sorprende que en vez de tener una biopic común y corriente, sea necesario contar con  seis personajes que al parecer no tienen mucho en común, pero que resultan ser aristas de la misma estrella. Estrella de la música, se entiende.

La película despliega distintos ámbitos de la vida de Dylan, empezando por su origen supuestamente desconocido, encarnado por un niño de color de 11 años, que se pasea por el mundo de los adultos como si tuviese 73. También encontramos los inicios de músico folk, en manos de Christian Bale, la evolución a músico rock, con Cate Blanchett viéndose perfecto, incluso con esa melena, y los días de hoy con el Dylan más retraído y ermitaño, interpretado por Richard Gere. Tangencialmente, Heath Ledger y Ben Wishaw dan los últimos toques para entender al músico en todas las dimensiones que puedan mostrar 135 minutos de metraje. Todo esto acompañado de una banda sonora  llena de muchas reversiones de canciones de Dylan, cantadas por muchos de nuestros cantantes favoritos (a ti te hablo, Eddie Vedder), hacen que la experiencia sea agradable y por supuesto, conmovedora.

Y todos son Bob Dylan 
¿Es esta una película sólo para fans? No, para nada. Por supuesto que lo más fanáticos se sentirán
contentos y hasta interpretados con los datos que lanza el guión acerca de cosas que de verdad le pasaron a Dylan (su relación con Joan Baez, la experiencia de música eléctrica en un festival de Newport, su accidente en moto, etc) pero más que eso, la película trata de explicarnos quien es este ser humano con tmotivaciones, sueños que van cambiando, formas de ver la vida y formas de explicársela también. Un sujeto con todas las dimensiones posibles. Al igual que todos nosotros, supongo.

Hay una escena especialmente relevante en esta película que creo que resume de buena forma lo que ha significado Dylan para la historia de la música y la literatura. Una mujer de color le dice al pequeño Woody Guthrie, el niño de 11 años, "debes cantar sobre tu tiempo". Dylan ha sido un músico que ha cantado sobre el tiempo que ha vivido, independiente del lugar desde donde se pare, con algunas producciones incomprensibles (su recopilatorio de Navidad es de los discos más raros que he escuchado), pero siempre siendo portavoz de los tiempos que corren, aunque estos "estén cambiando".

Esa trascendencia es captada por Todd Haynes, un director que tiene experiencia en el tema de la música interpretada en el cine, permitiendo que podamos entrar de lleno en su historia y ver al músico como él lo ve. Haynes es un maestro en esto, y su fanatismo por Dylan se deja entrever en su trabajo. Esto, que en otras entregas podría ser hasta nocivo, en este caso está cubierto por un manto de respeto que honra al personaje y lo sitúa en el inconsciente del espectador como la leyenda que es.

Busque la película, déjese conmover, y si de pasada le termina gustando el querido Bob, tanto mejor. Habrá matado dos pájaros de un tiro.