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martes, 13 de junio de 2017

Sobre películas favoritas: Gladiador (2000)

Ayer, la crítica de cine Ana Josefa Silva instó a sus seguidores por twitter a enlistar sus películas favoritas. Es difícil, por supuesto, porque si has visto muchas películas en tu vida, lo más probable es que haya muchas que convertimos en nuestras favoritas según etapa vital, recuerdo cariñoso, reminiscencia infantil o mil razones más. Sin embargo, yo estoy segura de que la película favorita es esa que te salta a la cabeza sin tener que esforzarse en pensar en ella. En mi caso, son tres: Los 400 golpes, Mad Max Fury Road (de la que ya he hablado aquí) y Gladiador, de Ridley Scott. 

No voy a hacer un homenaje a la carrera de Ridley Scott - para eso ya tendremos tiempo - pero si me llamó la atención ser tan categórica en mi gusto por Gladiador, porque creo que gran parte de eso tiene que ver con lo mucho que me gustaba la dirección de Ridley Scott en esos tiempos. Un estilo que ha ido cambiando con los años, y que tiene sus ejemplos más claros en Prometheus y su más reciente Alien Covenant; película que ha tenido más detractores que fans, porque si bien su forma de entregar la información y los intereses del director saltan sobre la mesa, es esa sobreexplicación  de todo lo que ocurre en la historia, la que ha generado disconformidad en sus espectadores. 

Gladiador es una película que aún guardaba algo del Scott de los 80´s, ese al que al parecer, le obsesionaba la cantidad de información que podía mostrar en una sola toma. Mi ejemplo favorito de esto, y la razón por la que Gladiador está en mi panteón, es precisamente la escena inicial de esta película (pueden verla directo en Youtube si quieren una pantalla más grande) 





¿Cual es la gracia de esto?. Primero, que Scott se preocupa de establecer leyes y normas de su universo en los tres primeros minutos de su película. La primera imagen, de la mano de su protagonista sobre los campos de trigo, y luego su mirada complacida frente a un pájaro se posa cerca de él, nos habla de un sujeto que está ahí por cosas ajenas a su voluntad. Es su cuerpo el que permanece en Germania, mientras su mente se encuentra en su hogar. Acá, Scott tiene la sutileza de anunciar el nombre del lugar donde se encuentran después de la secuencia de ensoñación de su protagonista, lo que refuerza la idea anterior. 



La cámara se aleja y nos muestra una mejor panorámica, en donde podemos acceder al campo de batalla. Entra un ejercito antes de que veamos que en realidad, es toda la milicia la que se encuentra ahí. A lo lejos, la figura de un dignatario - luego nos enteraremos de que es el mismísimo emperador - observa abatido, ya muy cansado por lo que ha vivido. El protagonista se acerca a un grupo de hombres, que lo escoltan en filas y lo saludan "General". Hay respeto y cariño por él, pero a la vez no estamos en condición de detenernos en agradecimientos; la batalla sigue, y se siguen preparando las armas. 

Esperan las noticias de un emisario, que al volver sobre su caballo (y sin cabeza) da a entender que no habrá acuerdo. "La gente debería saber cuando rendirse" señala el segundo a cargo, pero el protagonista replica "¿Lo sabrías tú? ¿O yo?". Con eso, nos queda la sensación de que el protagonista, además de estar ahí contra su voluntad, es una persona que no se doblega fácilmente. De alguna manera entiende las razones de sus oponentes, independiente de que deba combatir contra ellos.



La secuencia finaliza con una indicación del protagonista: "a mi señal, desaten el infierno". Si, es una frase de manual, muy de guionista en busca de la cita perfecta, pero nos da la posibilidad de entender que además, el protagonista es un personaje al que se le respeta porque ha logrado establecer códigos con sus soldados y disponer de cierta complicidad con ellos, característica que le servirá durante los próximos 115 minutos de metraje. Llevamos 3 minutos con 55 segundos de película y ya tenemos claridad sobre quien es este personaje, cual es su temple de ánimo, que cosas podemos esperar de él y cuales no. Scott, que en estos tiempos economizaba de manera exquisita el uso de sus imágenes, se las arregla para entregarnos todas las razones por las que podemos empatizar con Máximo Décimo Meridio. 

¿Es esta la razón por la que me gusta tanto Gladiador? Posiblemente si. Pero también porque Scott -que en esos tiempos al parecer era mi director favorito - incorpora tantas capas posibles de revisar, que la película se convierte en más que una secuencia de imágenes para ser una experiencia en donde podemos escarbar cada elemento que nos entrega, a tal punto que cada visionado puede ser una experiencia distinta.



Hay una versión de Gladiador con imágenes extendidas, que comienza con Scott declarando "este no es el corte del director" y al verla, por supuesto que nos hace sentido. Las escenas extendidas no hacen más que explicar cosas que antes el director había evidenciado con un guiño, una mirada o un color determinado. Es de cuando Scott aún nos tenía algo de confianza como espectadores. Ahora no, y no me cabe duda de que la forma en la que dirige tiene que ver con esa absoluta desconfianza, suponiendo que no somos capaces de comprender lo que nos está diciendo. No puedo pelear con él por eso, aunque me gustaría volver a ver el ritmo que le imprimió a películas como Alien. 

Sin embargo, siempre le estaré agradecida por Gladiador



miércoles, 30 de septiembre de 2015

Misión Rescate: ¿Que más nos puedes ofrecer, Planeta Marte? (The Martian, Ridley Scott, 2015)




Esta semana, Marte nos tuvo en vilo. El día lunes recién pasado, la NASA anunció que tras años de investigación, había sido encontrada agua salada fluida en la superficie del planeta, y todos saltamos de alegría, porque claro, si hay agua, se nos hacen las cosas un poco más fáciles. Llevamos tiempo pensando en la colonización del planeta rojo y su imagen nos persigue como la sombra estelar que es.

Lástima que esta información haya llegado tarde para Andy Weir, escritor de "The Martian", novela publicada en 2011, en cuya historia se basa la más reciente entrega de Ridley Scott "Misión Rescate", película que nos cuenta las peripecias y dolores de Mark Watney (Matt Damon), biólogo y astronauta que por un error, es abandonado en las extensas planicies de un anaranjado y árido Marte. Sin comunicación, con escasas reservas de comida, y sin el conocimiento actualizado de la existencia de agua, el astronauta usa su capacidad e ingenio "agringado" para ir resolviendo cada situación que se le va presentando. Mientras, en la Tierra, un equipo comandado por el Director de la NASA, interpretado por Bill Pullman, al enterarse del abandono, comienza a visualizar la misión de rescate. Por otro lado, de manera adicional, el equipo que abandonó involuntariamente a Watney y que se encuentra viajando a la Tierra de vuelta, deberá tomar decisiones.  




Hasta ahí todo bien, porque la premisa está dada y la historia es clara y precisa, sin estridencias y con conceptos conocidos por todos: misión espacial gringa/ astronauta/soldado enfrentado a peligros/ gobierno preocupado/resolución ingeniosa, pero la película se queda en la forma y se olvida del fondo. Contamos con declaraciones varias - Dile a mis padres que estoy acá por algo que me trasciende - que se quedan en eso, declaraciones, sin que logremos entender la gravedad ni la seriedad de lo que está pasando. No tenemos pistas acerca de los procesos personales, ni lo que está pasando por la cabeza de cada uno. Este moderno náufrago no tiene nada que ver con el magistral Naúfrago de Zemeckis, en que el proceso de crecimiento de un personaje completamente solo nos conmovía hasta el punto de llorar por una pelota de voleibol. Acá, toda la emoción se reduce a una reunión de naciones con Starman de David Bowie de fondo. Y para que vamos a andar con cosas, Bowie nos emociona sólo por ser él. 




Pese a un elenco de calidad que incluye entre otros a Jessica Chastain, interpretando al que por lejos es el personaje más interesante de la película, la historia no logra conectar con el espectador. Datos dados a la rápida, superficiales, una relación amorosa que nace entre astronautas sin entender por qué (ni para qué), y la absoluta falta de crisis durante todo el filme, hacen que el asunto se vaya diluyendo hasta el punto en que no nos importe si Watney será rescatado o no. 

Mala cosa viniendo de una película que se trata de eso.