martes, 27 de octubre de 2015

Pacto Criminal (Black Mass,2015. Director: Scott Cooper)




La cinematografía hollywoodense nos ha dado, a lo largo de sus años, joyitas para pensar y mirar con nostalgia sus 70's. Aunque nos gustan sus historias de crimen organizado, gangsters de sombrero, traje y ley seca, las películas de mafia setentera nos atraen siempre con sus excesos y esa estética colorinche de policías y ladrones. 

En la más reciente entrega de Scott Cooper, Pacto Criminal (Black Mass), tenemos de todo eso y un poquito más: un ladrón de poca monta que logra escalar en las alturas de la mafia de Boston, a través de un conveniente acuerdo con un policía del FBI. Las cosas se irán complicando a medida que pasa el tiempo y el poder se va haciendo cada vez mayor para todos los implicados, lo que nos dará el punto de inflexión. Porque si hay algo que hemos aprendido desde niños es que 1. Con un gran poder viene una gran responsabilidad y 2. El poder corrompe.



Basada en hechos reales relacionados con James "Whitey" Bulger y el policía John Connolly, interpretados por Johnny Depp y Joel Edgerton, la película sorprende desde el primer puntapié con sus actuaciones, brillantes, bien planteadas y con casting preciso. Resulta agradable volver a ver a Johnny Depp en un papel alejado de las obsesiones neogóticas de Tim Burton, o sin su traje de Pirata del Caribe, en esta clave "estrictamente criminal", según señala uno de los miembros de la banda de maleantes. Todos conocemos las credenciales de Depp, y aquí podemos volver a agradecer su giro de los 90´s, en el que pasó de actor guapo en una serie de televisión a actor con talento, con tan buenos resultados. 

Independiente de lo anterior, Joel Edgerton se roba la película, en su papel de policía en busca de dinero, reconocimiento y poder. Edgerton logra dar con los matices perfectos y entrega una actuación de lujo que hace pensar en el desperdicio que significó su Ramsés en esa oda a la grandilocuencia llamada "Exodus". Adicionalmente, Benedict Cumberbatch, brillante como siempre (ya a nadie le sorprende eso), guarda un respetuoso papel secundario como el hermano menor de Bulger, Senador de EEUU, afectado tangencialmente por las acciones de su hermano. 



En general, las películas de mafiosos nos hablan desde el código ético del criminal, y todas nos dejam muy en claro que para llegar arriba, hay que seguir esos códigos. Bulger es un tipo que sabe exactamente lo que quiere, y no tiene complicaciones en hacerlo, en tanto no vaya en contra de sus principios (principios que incluyen asesinar a cualquier soplón que se le cruce por delante). En contraposición, Connolly logra ser concebido como el policía sin escrúpulos, interesado en las luces y la cámara, dispuesto a lo que sea para ello, aunque implique dejar de cumplir con su trabajo. Ambos personajes funcionan bajo una misma ley: se autodefinen como "chicos de la calle" y responden desde ahí, con todo lo que eso conlleva. Incluso esta supuesta "dada vuelta de chaqueta" de Bulger como informante de la FBI responde a algo superior: quiere ser el mejor de Boston, y viéndolo desde ahí, sigue fiel a sus principios. 


Pacto Criminal es una película bien actuada y bien dirigida, con algunos temas que pudieron ser mejor concluidos, pero que cumple de manera muy adecuada con sus propósitos. La recomendación es verla pronto: el filme huele a temporada de premios. Con todo, esperamos ver luego a Edgerton en otro papel que saque al actor de lujo que tiene dentro. La industria y los espectadores lo agradeceremos. 





(Originalmente publicada en cinetoscopio.cl)


miércoles, 30 de septiembre de 2015

Misión Rescate: ¿Que más nos puedes ofrecer, Planeta Marte? (The Martian, Ridley Scott, 2015)




Esta semana, Marte nos tuvo en vilo. El día lunes recién pasado, la NASA anunció que tras años de investigación, había sido encontrada agua salada fluida en la superficie del planeta, y todos saltamos de alegría, porque claro, si hay agua, se nos hacen las cosas un poco más fáciles. Llevamos tiempo pensando en la colonización del planeta rojo y su imagen nos persigue como la sombra estelar que es.

Lástima que esta información haya llegado tarde para Andy Weir, escritor de "The Martian", novela publicada en 2011, en cuya historia se basa la más reciente entrega de Ridley Scott "Misión Rescate", película que nos cuenta las peripecias y dolores de Mark Watney (Matt Damon), biólogo y astronauta que por un error, es abandonado en las extensas planicies de un anaranjado y árido Marte. Sin comunicación, con escasas reservas de comida, y sin el conocimiento actualizado de la existencia de agua, el astronauta usa su capacidad e ingenio "agringado" para ir resolviendo cada situación que se le va presentando. Mientras, en la Tierra, un equipo comandado por el Director de la NASA, interpretado por Bill Pullman, al enterarse del abandono, comienza a visualizar la misión de rescate. Por otro lado, de manera adicional, el equipo que abandonó involuntariamente a Watney y que se encuentra viajando a la Tierra de vuelta, deberá tomar decisiones.  




Hasta ahí todo bien, porque la premisa está dada y la historia es clara y precisa, sin estridencias y con conceptos conocidos por todos: misión espacial gringa/ astronauta/soldado enfrentado a peligros/ gobierno preocupado/resolución ingeniosa, pero la película se queda en la forma y se olvida del fondo. Contamos con declaraciones varias - Dile a mis padres que estoy acá por algo que me trasciende - que se quedan en eso, declaraciones, sin que logremos entender la gravedad ni la seriedad de lo que está pasando. No tenemos pistas acerca de los procesos personales, ni lo que está pasando por la cabeza de cada uno. Este moderno náufrago no tiene nada que ver con el magistral Naúfrago de Zemeckis, en que el proceso de crecimiento de un personaje completamente solo nos conmovía hasta el punto de llorar por una pelota de voleibol. Acá, toda la emoción se reduce a una reunión de naciones con Starman de David Bowie de fondo. Y para que vamos a andar con cosas, Bowie nos emociona sólo por ser él. 




Pese a un elenco de calidad que incluye entre otros a Jessica Chastain, interpretando al que por lejos es el personaje más interesante de la película, la historia no logra conectar con el espectador. Datos dados a la rápida, superficiales, una relación amorosa que nace entre astronautas sin entender por qué (ni para qué), y la absoluta falta de crisis durante todo el filme, hacen que el asunto se vaya diluyendo hasta el punto en que no nos importe si Watney será rescatado o no. 

Mala cosa viniendo de una película que se trata de eso. 


martes, 3 de marzo de 2015

Whiplash (Damien Chazelle, 2014): La defensa del Profe Fletcher

De que se trata esto

A estas alturas, hablar de Whiplash, la gran ganadora de los Oscar recién pasados, puede ser reiterativo. Pero con el cortometraje de la película dando vueltas por la red, es inevitable querer seguir mirando la historia, que en excelentes actuaciones, nos dejó queriendo más. 

La historia ya se está haciendo conocida, pero revisemosla: el obsesivo profesor de música Terence Fletcher (JK Simmons) exprime hasta el infinito a un no-particularmente-brillante-pero-entusiasta estudiante de batería de jazz. El profesor es exigente y sus métodos son muy impopulares, pero nada de eso es capricho. La música suena en su cabeza y por lo mismo, sabe exactamente como tiene que sonar lo que él quiere que suene. Claramente, al estudiante las cosas se les van a hacer complejas, porque ¿cómo puede alguien en la cabeza de Fletcher y entender lo que quiere ?

Curiosamente, es el mismo personaje quien nos está dando la clave todo el tiempo.


Not my fucking tempo!!!

Las cosas son simples. Fletcher conoce al dedillo lo que quiere escuchar. Por eso, su indignación emerge cada vez que sus músicos no dan con el "tempo" que él está exigiendo. Y aquí viene el tema más conflictivo. ¿Es necesaria tanta violencia, Terence?

Fletcher en su salsa
Desde la perspectiva de Fletcher, es la única forma. El intérprete no tiene ninguna importancia para él (cambia de músico a cada rato y puede lanzarlos a duelo si es necesario). Lo único que importa es lo que está sonando, y por eso aquello de  "not quite my tempo" se está convirtiendo en frase de culto. Así mismo, Fletcher sabe que la perfección no es posible, pero también sabe que si se bajan los brazos, el proceso se estanca. No insiste para obtener la perfección; insiste para que no dejen de buscarla.

Fletcher no se distancia tanto de algunos amigos que han ido a ver a sus bandas favoritas y han salido decepcionadas porque "no suenan como antes". La diferencia, obviamente, es que ninguno de ellos ha terminado gritándole a la banda, y si lo han hecho, la banda no se ha dado cuenta. En este caso, los estudiantes si se dan cuenta y sienten que sufren más de lo necesario. ¿No se supone que la música es para pasarla bien?


Aplacar al Ego (así, con mayúsculas) 


A nadie le importa
Andrew Neiman (Miles Teller) es el joven estudiante que se pone la soga al cuello desde el momento en que declara "estar ahí por una razón". Lo que no sabe es que las razones por las cuales él cree estar ahí no son las correctas. Esto, porque extrañamente, cada vez que aparece un exceso de confianza en él, las cosas salen pésimo. Es en el rigor y en la desconfianza de sus habilidades en donde va a aparecer un nuevo Andrew, para entender que aquí, más que el reconocimiento y el levantamiento de su ego, lo que importa es la música, que veleidosamente, si él no es capaz de interpretarla, será ejecutada por alguien más.

Lo lamento, Andrew. A nadie le interesa que vayas a convertirte en el nuevo Buddy Rich.


Todos somos Terence Fletcher

Whiplash es una película brillante, que juega con nuestros sentimientos.Su montaje nos permite estar dentro de ella y vivir la tensión de los personajes. Sin embargo, donde creo realmente nos pega es en la historia, que nos lleva a ratos a identificamos con el profesor y su permanente exigencia; y en otros momentos con el alumno, buscando la perfección.

Con todo, en esta justa quien termina ganando es Fletcher. Independiente de que Andrew logre llegar donde quiere, es Fletcher quien finalmente podrá escuchar el sonido que busca. Y eso, para quienes gozamos y amamos la música, y que defenderemos a Terence Fletcher y su polémico método hasta el final, es más que suficiente.

lunes, 12 de enero de 2015

El Nombre de la Rosa (Jean- Jaques Annaud, 1986): Elemental, mi querido Adso.

Hay cosas que envejecen bien y otras que envejecen lisa y llanamente mal. Por ejemplo, la moda envejece horriblemente, y no hay forma de esconder que alguna vez te hiciste "esa chasquilla" y te pusiste "esos pantalones". Hay música que envejece pésimamente, también. De hecho, hay música que envejece de manera tan horrible, que esperamos desaparezca luego 

Elemental
Sin embargo, hay cosas que a medida que pasa el tiempo, se vuelven más hermosas y reposadas. Y luego de ver El Nombre de la Rosa, película basada en la novela de Umberto Eco, siento que podemos usarla como ejemplo de esto último. 

¿De que se trata la historia?. Verá: William de Baskerville, monje franciscano interpretado por el súper maduro Sean Connery, llega a una abadía italiana a participar de un debate teológico con los enviados papales, en compañía de su novicio Adso de Melk, interpretado a su vez por un súper jovencísimo Christian Slater. El debate pierde relevancia en el relato, porque en la abadía están pasando cosas misteriosas: crímenes, suicidios, apariciones fantasmales, y William, que no por nada tiene ese nombre tan Sherlockesco, resulta ser un muy talentoso detective que desentraña todo lo que está pasando en el lugar. Esto lo lleva a comenzar una cruzada personal para poder liberar el conocimiento de la abadía, encerrado celosamente en una biblioteca-laberinto, al tiempo que lucha contra el Inquisidor que viene a cazar lo que considera "manifestaciones de brujería", negándose a la razón y cayendo en el oscurantismo. ¿Le parece mucho? Claro, pero nadie más que Sean Connery podría ser capaz de convertir a un monje erudito en un héroe de acción. 

Sorprendido
La película está llena de símbolos que se remiten a lo escrito por Umberto Eco, y que sin embargo, no dependen de la novela para explicarse. Por eso, se puede decir que por una vez, el libro no es mejor que la película. Y no es mejor ni peor, porque son distintas. Los tiempos para contar la historia son similares, pero ambas obras funcionan por separado sin que una entorpezca a la otra. 

Lo anterior no es solo mérito del director. También tenemos actuaciones de super lujo de cada uno de los protagonistas, no sólo de Sean Connery, a quien le entrego mi corazón y le creo todo siempre, sino a todo el reparto, actuando como si no le costara, con una capa de maquillaje magistral que hace que se vean como retratos del siglo catorce. Adso de Melk está permanente sorprendido por las cosas que ve, y de alguna forma, la película está hecha para que nosotros, los espectadores, nos sintamos de la misma forma. Funciona, por supuesto, porque Adso es quien relata la historia y por lo mismo, la forma de contar la película nos permite ver las cosas desde la cabeza del novicio. 

Me vuelve el alma al cuerpo, entonces, Me vuelve la fe. La fe en que hay cine emocionante e increíble de ver, que a la vez puede apelar a la belleza en la pantalla. Ahora me queda claro que, no por nada, El Nombre de la Rosa es un clásico.